lunes, 20 de septiembre de 2021



Era la última de las 4 víctimas de este juicio que faltaba ser ubicada en El Campito. Fue gracias al testimonio de Juan Carlos Farías, quien contó que su padre, Juan, vio a Roberto Ramón Arancibia en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Extermino El Campito, dentro de la guarnición militar del Ejército Argentino. Novillo Corvalán, Accrescimbeni y Rosace ya habían sido situados allí en testimonios anteriores.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*) 


✍️ Redacción: Paulo Giacobbe

💻 Edición: Diego Adur

💻 Cobertura del juicio: Fernando Tebele/Diego Adur

📷 Foto de portada: Captura Transmisión La Retaguardia



Roberto Ramón Arancibia estaba detenido ilegalmente en El Campito, pero aun bajo tortura no revelaba su identidad. Es por eso que llevaron a Juan Farías, secuestrado en El Vesubio, para carearlo con él en Campo de Mayo. Lo reconoció como ‘Eloy’, el nombre de militancia que usaba Arancibia. Se conocían del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo). Arancibia le entregaba los periódicos ‘El Combatiente’, órgano de difusión del partido, para que Farías los repartiera. El testigo de la jornada, Juan Carlos Farías, mencionó que varias veces lo vio en su casa y también lo conocía con el nombre de ‘Eloy’. Al final de la audiencia, reconoció una foto de Arancibia como esa persona que llevaba los diarios a su padre cuando él era chico. 

Juan Carlos Farías fue secuestrado el 5 de mayo de 1977 junto a su padre y su hermano; los tres fueron llevados al Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio El Vesubio: “Un grupo paramilitar, no sé cómo llamarlo. Nos subieron arriba de una camioneta, nos vendaron. Cuando bajamos nos tiraron en una cama, al llegar al Vesubio. Ahora me doy cuenta. En ese momento no sabíamos dónde estábamos”, relató Farías.

“Directamente ahí me ponen en una cucha como pusieron a mi padre (Juan Farías). En un momento dado nos trasladaron a unas camas. En esas camas levantaron primero a mi padre y empezaron a torturarlo”, detalló así el comienzo del horror. A Juan Carlos le preguntaban de que “orga” era el padre y él les decía que no sabía qué le estaban diciendo; no entendía que “orga” significaba organización. También querían saber “a qué política” se dedicaba el padre. Si era de izquierda. Juan Carlos solo podía decir que su padre era peronista, nada más. 

“Al ratito levantaron a mi hermano (Omar Jorge). Lo empezaron a torturar. Pasó eso. Después me vino uno, no sé quién era bien, me puso un arma y me tiró un tiro en el oído, que ahí me oriné, me hice encima; Porque era una criatura, tenía 16 años”, contó.

Farías calculó que habían pasado cinco días cuando lo llevan “a una sala con olor a carne quemada de ser humano, no se podía estar”, y le dicen que se va a ir. Le exigieron que no le comentara nada a nadie y le aseguraron que su padre pronto iba a salir. “En ese momento le pido que me dejen ver a mi padre. Me lo dejan ver. Primero no me dejaban verlo, ni a él ni a mi hermano”.

Lo suben a un auto y en el Cruce Varela le dicen que se quite las vendas. Juan Carlos, por miedo, no se la quería sacar. “Estábamos ya en un lugar bastante importante, que no creo que… porque uno empezó a hacer… pensar, ‘no, qué me van a matar a mí, si tienen que matar van a matar primero a mi padre’, ¿sería la lógica, no?”. En una estación de servicio le compraron algo para tomar y lo dejaron en la puerta de la casa. 

Campo de Mayo

A Farías padre finalmente lo legalizaron y fue a parar a la Unidad Carcelaria N°9 y a Omar Jorge Farías, después de seis meses, lo largaron en Lomas de Zamora. 

Ya legalizado, Juan Farías le contó a su hijo Juan Carlos que fue trasladado a Campo de Mayo para realizar un careo con Eloy, otro secuestrado. “Fue llevado a Campo de Mayo a enfrentarse con este hombre. Entonces le preguntan si lo conocía a mi papá y le dijo que sí, que lo conocía, y mi papá también le dijo que lo conocía. ¿Y de qué forma? Mi papá trabajaba en una fábrica y este señor Eloy le había dado a mi papá un periódico para leer”. Se trataba de un ejemplar de “El Combatiente”, el órgano de difusión del PRT-ERP. Eloy era el nombre de militancia que usaba Roberto Ramón Arancibia, uno de los líderes sindicales del Partido.

“En ese momento, el grupo que trae a Eloy fue un grupo que lo agarra a patadas en el suelo (a Juan Farías), le revientan un oído y le rompen un pulmón. Empieza a tener problemas de pulmón y perdió un oído. El grupo que lo trae a mi padre les dice que dejen de pegarle porque era prisionero de ellos. Y ahí terminó”, contó de un tirón Juan Carlos. Luego de esa disputa de los represores por el exclusivo derecho a torturar a sus prisioneros, Juan Farías volvió con sus huesos a El Vesubio. 

“Mi padre entró (a la UP 9) con 100 kilos y cuando lo vi me largué a llorar porque pesaba 60 kilos. Era irreconocible, fui muchos años a visitarlo y durante esos años me fue contando bastantes cosas, muchos relatos bastante crueles”, sintetizó Juan Carlos sobre el trato inhumano dispensado a su progenitor. 
El testimonio del padre

Juan Farías falleció unos años antes de este juicio . La justicia a carreta tiene esas cosas: crímenes de lesa humanidad ocurridos en mayo de 1977 están saliendo entre bostezos de su lugar de reposo. Pasaron una noche larga. 

Juan ya había declarado en sede judicial su calvario en manos de las fuerzas represivas. Fue en marzo de 1984. Narró el secuestro en su casa a las dos de la madrugada, cuando 5 personas de civil que dijeron ser “policía” se lo llevaron a él junto a sus dos hijos. A su esposa le dijeron la clásica: que al otro día los largaban. Los secuestradores, contó Farías, se llevaron toda la ropa de la vivienda: la de él, la de sus hijos y la de su esposa. 

Farías detalló los tormentos en El Vesubio. Dio nombres y apellidos de secuestrados. Apodos y características físicas de represores. Datos exactos y precisos de sus lugares de cautiverio. Cuando le dijeron que lo iban a liberar, preguntó si lo iban “a hacer boleta”. 

Lo vio al niño de 14 años, Pablo Míguez, en ese Centro Clandestino de Detención Tortura y exterminio. Antes de ser legalizado, Juan Farías estuvo alojado en una comisaría de Valentín Alsina. A Pablo lo volvió a ver en esa comisaría y eso es lo último que se supo del niño que fue secuestrado con su madre, Irma Beatriz Márquez Sayago, militante del PRT-ERP. «Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez» es el nombre de la escultura que recuerda a Pablo en el Parque de la Memoria. Un cabo de apellido Pino, de la comisaría de Valentín Alsina, “tiene que tener conocimiento respecto a lo sucedido con Pablito”, especificó Juan Farías en 1984.  

La foto

Al principio de la audiencia, Juan Carlos Farías dijo que Eloy era Roberto Ramón Arancibia. Fue cuando el presidente del tribunal, Walter Venditti, le preguntó si conocía a alguna de las víctimas: “Yo conocí… porque vino a casa un señor que se llamaba Eloy, creo que es Arancibia”.

“Porque se reunía a veces con mi padre, porque mi padre era delegado de una fábrica. Ahí lo conoció y a veces venía a casa. Me acuerdo que era un hombre grande, morocho, bastante robusto”, explicó al cierre de su declaración, sobre la relación entre su padre y Eloy, que era Arancibia.   




La querella encabezada por Pablo Llonto pidió mostrarle unas fotografías de Roberto Ramón Arancibia para que el testigo lo identificara. Las defensas se opusieron. “El testigo en su declaración dijo que vio muchas fotos de estas personas porque estuvo investigando. Las debe haber visto en internet, en algún otro lado más. No veo el sentido en este momento de que se le muestre una foto que el testigo ya ha visto demasiadas veces y en otras oportunidades”, especuló el abogado defensor particular, Eduardo San Emeterio, que a su vez dijo no entender el motivo de la exposición. 

Verónica Bogliano, abogada de la querella de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, dijo que no había motivos para la oposición: “incluso tiene que ver con traer a los desaparecidos nuevamente a estos debates y que puedan ser reconocidos por los compañeros que los reconocieron; entonces es un acto necesario y reparador para todas las víctimas”. 

“En primer lugar, ninguna de las defensas ha citado la norma o la jurisprudencia que respalda su petición y no lo han hecho porque efectivamente no la hay”, sintetizó Pablo Llonto frente al Tribunal para oponerse a la oposición. “Se trata simplemente de darle mayor certeza porque ya ha hablado mucho en este acto de la víctima, de Eloy, y ha dicho que se trata de Arancibia, lo ha dicho desde el comienzo, pero se trata de un soporte mayor”, sostuvo el abogado querellante, recordando que la prueba había sido presentada en la etapa de Instrucción. 

“Como yo le dije, esto lo he visto cuando era muy chico. La primera fotografía que me mostró, ese es Eloy, el que estaba en el medio”, afirmó Juan Carlos Farías cuando el Tribunal finalmente permitió la exhibición de las fotografías de Roberto Ramón Arancibia. “Ante todo quiero aclarar esto, no es que yo me puse a mirar fotos hace dos o tres días”, clarificó, por si hacía falta, Juan Carlos.   

Ramón Arancibia estuvo secuestrado en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio que el Ejército Argentino diseñó en Campo de Mayo. Su cuerpo fue recuperado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y presentaba lesiones características  de las víctimas de los Vuelos de la muerte. 

Lo mismo ocurrió con los otros tres casos de este juiciol, apenas un mínimo porcentaje de víctimas que no representa la magnitud que tuvo la maquinaria de exterminio de los vuelos de la muerte en uno de los mayores campos clandestinos del país, donde casi no hubo sobrevivientes.   


*Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

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