miércoles, 24 de marzo de 2021



En el juicio que investiga los vuelos de la muerte realizados desde Campo de Mayo continúan las sorpresas. En este caso, no fue por algún dato o una mención específica sino por una extraña situación con un testigo que estaba declarando desde la virtualidad. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)


✍️ Redacción: Diego Adur
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Foto de portada: Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia
 

Rubén Agustín Stábile no era un testigo de los mas esperados por las partes acusadoras. Su aporte en la instrucción del juicio no había sido fundamental, aunque como cada uno que se sienta a declarar en este proceso judicial, algún aporte resulta relevante.

Sin embargo, esa información que Stábile contó en la etapa de Instrucción no estaba siendo refrendada. Cuando esto sucede, el presidente del TOF N°2 de San Martín, Walter Venditti, procede a dar lectura a aquellos puntos donde no hay coincidencia respecto a la declaración del testigo, en general a pedido del Fiscal Marcelo García Berro. En la gran mayoría de los casos, vueltas más o menos, estas cuestiones quedan zanjadas; muchos de los excolimbas recuerdan los detalles mencionados cuando se les refresca su memoria. En este caso, fue distinto:

 —Fiscal, ¿quiere ir punto por punto con las contradicciones que usted tiene advertidas? —preguntó Venditti, cuando se interrumpió a sí mismo y se dirigió al testigo— A ver, señor Stábile, ¿con quién está usted en la sala? 

El presidente del Tribunal había visto por la cámara a una persona de saco y corbata que pasaba por detrás del testigo. Todas y todos lo vimos allí.

—Estoy acá en la casa de un amigo —respondió Rubén Agustín Stábile.
Después de recordarle que debía estar solo en la sala, el Presidente del Tribunal le solicitó al testigo que le mostrara con la cámara del celular el lugar desde donde estaba realizando su declaración, la habitación en la que se encontraba...
—¿Qué hace su amigo? ¿Dónde está usted? —insistió Venditti.
—Es un comercio, la oficina de un amigo —titubeó Stábile.
—¿De qué es esa oficina?
—Un abogado, señor.

Cuando el presidente quiso saber el nombre del abogado, Stábile miró para el costado, escuchó a su "amigo" y respondió: ”Lencina, Juan Rubén”. Pero inmediatamente se escuchó la corrección del abogado, que el testigo repitió: "Encina, Juan Rubén”.

Trastabillando, Stábile explicó que su "amigo", el abogado, lo invitó a declarar en su oficina. "Soy una persona grande y no soy muy ducho con el Zoom", dijo. “Para eso, nada más, señor”, quiso concluir Stábile.

—Por qué dice que está solo si hay un abogado ahí con usted y hasta escuchamos sus respuestas —intervino Matías Mancini, otro de los jueces del Tribunal

Después de esta extraña situación, Venditti dispuso que el testigo se trasladara desde Moreno, donde estaba prestando declaración, hacia el TOF 2 de San Martín, ubicado en Olivos.

Ya antes de esto, la declaración del excolimba Rubén Agustín Stábile venía complicada. Iba a ser el segundo testigo de la jornada, pero por problemas con el audio de su dispositivo pasó al tercer lugar. Una vez conectado, su testimonio tampoco fue muy preciso. Muchos olvidos, muchos ”No lo sé” y ”No lo recuerdo”. Es bastante probable que algunos sucesos ocurridos hace 45 años no sean recordados con el lujo de detalle que a veces se pretende en juicios como estos, pero, además, Stábile había declarado en la etapa de Instrucción, hace no tantos años. Las contradicciones respecto a lo que dijo en aquella oportunidad con lo que estaba declarando en la presente audiencia eran muchas y muy notorias. Por eso el juez dispuso que se advirtieran dichas contradicciones dando lectura a ese testimonio de la Instrucción. Ahí fue cuando pasó por detrás el abogado que, después, conocimos como Encina, quien invitó a Stábile a su oficina. Una hora y media después, ya desde la sede del tribunal, Stábile gambeteó las preguntas con un concierto de “No me acuerdo”.

El juicio por los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo puso en la escena central a los excolimbas que realizaron el Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de Aviación 601 del Ejército entre los años 1976 y 1978. Son ellos quienes, a partir de la tercera audiencia en adelante, declaran lunes a lunes y cuentan lo que han visto, escuchado y sabido respecto a esta siniestra operatoria para desaparecer personas. El nerviosismo e incluso algún temor a la hora de declarar, parece lógico en personas no habituadas a participar de juicios de lesa humanidad, como ocurre con sobrevivientes y familiares. El material testimonial en este juicio, que aún no ha cumplido su audiencia número 20, ya parece suficiente para probar los vuelos de la muerte y condenar a sus responsables. Sin embargo, es fundamental que todos los exconscriptos que son citados cada semana brinden su mayor esfuerzo, hagan memoria y puedan contar la verdad de todo lo que supieron de aquellos tiempos. Los detalles, muchas veces, pueden ser fundamentales para las familias, que exigen saber qué pasó con sus desaparecidos y desaparecidas.

Sabemos que muchos de los excolimbas que forman parte del grueso testimonial de esta causa eran jóvenes de 18, 19 o 20 años al momento de los hechos que se investigan. Muchos de ellos no tenían una militancia política en aquel momento. Incluso al día de hoy no se han interesado en reconstruir la memoria de aquellos tiempos. Es entendible que los testigos puedan sentir algún temor por estar declarando ante la justicia o incluso que se sientan ofuscados y molestos por tener que hacerlo. Por ello, el Presidente del Tribunal siempre les aclara: declarar en este juicio es una carga pública; es decir, es obligatorio, y cada uno de ellos lo hace en calidad de testigo, no como imputado, por lo tanto están obligados a decir la verdad. El contexto represivo en Campo de Mayo en esos años era extremo y, como muchos reconocieron durante este juicio, ellos mismos fueron torturados, o bien podrían haber sido víctimas también de los vuelos de la muerte o de los fusilamientos, tratamientos habituales en ese lugar.

Los testigos que más supieron de la operatoria en Campo de Mayo fueron los que más riesgos corrieron. En estas casi 20 audiencias vimos y escuchamos distintas declaraciones, algunas con más voluntad y otras con más estupor, pero todas partiendo de la misma base: se trata jóvenes que, apenas saliendo de la adolescencia, fueron llamados a cumplir el Servicio Militar Obligatorio en un lugar tan tenebroso como Campo de Mayo, con escasa o nula formación política y sin ningún historial de familiares, amigos o amigas desaparecidas.  Y son sus relatos, sus precisiones, e incluso sus olvidos, los que nos están permitiendo entender de qué manera se llevaban a cabo los vuelos de la muerte, entre otros crímenes que cometió el Ejército durante el Terrorismo de Estado. 

Tal vez lo que sucedió en esta jornada sirva para las próximas audiencias: que los testigos pierdan el miedo y, en lugar de negar obstinadamente lo que vieron o presenciaron, puedan contarlo, como ha sucedido en la mayoría de los casos. Muchas familias esperan sus testimonios que, quizás, puedan acercarlas un poco más a conocer la verdad.

*Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/



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